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martes

Burton


Dedicado a aquel hombre de 2 metros que sube todos los martes a mi línea de colectivo… gracias por la inspiración sorpresa. Y a mi novia por inspirarme a crear el título.

Este otoño es muy extraño, un otoño que se dejó dominar por el sorpresivo invierno, como aquellos hombres que se dejan llevar por el deseo. Es tentado, es seducido, las hojas caen con mucha más rapidez ante tus ojos y la temperatura hace temblar cada hueso de tu cuerpo. Mujeres y el otoño, ¿no les es similar aquella sensación de deseo?
Conozco de deseos, ahora solo tengo deseo de saber quién es aquel hombre que se baja del colectivo, todos los martes a las 22.10 de la noche.
No es hombre cualquiera, creo que el simple hecho que mida 2 metros y unos centímetros más lo hace un personaje curioso. No como un fenómeno de circo, sino llamativo en como se manejará en un mundo diseñado a altura promedio.
Soy de sentarme al fondo del colectivo, desde allí se en que parada se sube y en que parada baja. Parece que desarrollé una obsesión, pero tengo una sensación que debo saber más de él. 
Todos los martes es la misma rutina. Cerca de las 22 se sube y 22.10 baja. Siempre cargando una mochila en el hombro derecho y vestido de negro, con su sobretodo, pantalón de vestir...recto? a rayas? me da la impresión que fuera un mozo, pero que use zapatillas me saca dudas. A menos que justifique que a un mozo le duelan los pies después de estar en movimiento constantemente y se calce algo más cómodo.
Una vez mi novia que viajó conmigo lo vio, y le hizo parecer a un personaje de Tim Burton. Se habrá referido al de Big Fish?, ¿será por su contextura delgada y su postura siempre encorvada? porque obvio casi roza el techo del colectivo. ¿O será que estando vestido de negro sumado a lo demás le de un aspecto casi oscuro?. 
Pues su cara denota siempre cansancio, tiene unas notadas dos entradas en su pelo castaño y unas débiles arrugas en una sutil y corta barba candado. No debe tener más de 30, y parece que nadie nota su presencia al subir y al bajar. Solo yo, con mi ya obsesión de saber más de él.
Espero el martes con ansias, a pesar de salir cansado de la facultad. Me siento atrás y espero a que aparezca. El frío comienza a tiritar mis huesos. Las dudas deben ser resueltas, no puede quedar nada sin respuesta en mi cabeza. Debo saber más...creo que es el único entretenimiento que encontré en el colectivo semanalmente.
Llegamos a su parada, sube uno, dos, tres. Pero Burton (así decidí bautizarlo) no sube.
¿Como es posible?, tal vez en la siguiente.
En la siguiente, nada. ¿Que pasó?, ¿no habrá ido a trabajar hoy sea cuál sea su trabajo?. Mierda, un día que deseo esperarlo no aparece. Como si él supiera... no, es una estupidez ni pensarlo. El otro martes será. Trato de pensar si es una obsesión porque siento algo malo en él o es solo curiosidad.
La única obsesión que tuve la semana siguiente, se trasladó a un maldito grano entre mis cejas. Imposible de ocultar, difícil de eludir cuando uno te observa a la altura de los ojos. 
Volviendo de una clase demasiado agotada de la facultad, no me percate de que era martes. Y ahí subió Burton. Con su misma mochila, vestimenta y actitud de cansancio. Nada parecía haberle afectado en su ausencia del martes anterior.
Y es cuando mientras se dirigía a la salida con su postura encorvada cuál árbol doblado por la fuerza del viento, que al tenerlo a centímetros observé en la comisura izquierda de su boca una llamativa mancha...roja?... sangre?... eh?.. Burton giro la vista hacia mí. El único sentado atrás era yo así que asumí la mirada.
Primero pensé que observaba mi llamativo tercer ojo rojo y abultado grano. Luego me di cuenta que miraba más a mis ojos, una mirada que me recuerda a un lobo que se siente invadido en su espacio.
A pesar de que tenía ojos café, su mirada fue tan penetrante que desvié los ojos fingiendo que mi celular había vibrado en mi sobretodo.
Preso del pánico por aquella extraña situación, observé en una mirada panorámica como Burton volvió la mirada al abrirse la puerta de salida, bajó lentamente y se quedo quieto ya en el suelo ¿mirándome tal vez? , hasta que el colectivo arrancó nuevamente.
¡Mierda! ¿Que fue eso? Es un mozo, seguro se quedó cenando algo rápido en la cocina como, fideos con salsa de tomate si. ¡Vamos! ¿Que idiota no se da cuenta que tiene una mancha de salsa tan fuera de la boca? alguien tendría que haberle dicho: Ey Burton con que...¿seguís siendo un bebé no? señalando aquella mancha.
Nadie le prestó atención en el colectivo, todos estaban tan absortos en su mundo que un hombre de 2 metros no les parecía algo llamativo. Tal vez mi obsesión mezclado con el sueño y el cansancio, me llevó muy lejos a imaginar una mancha como sangre en su comisura. 
En mi cama volví a remitir al episodio, y me di cuenta que cuando dije la palabra sangre, Burton me miró al instante como si leyera mi mente. ¡Basta! que estupidez.
No pude dejar de soñar esa noche con la repugnante y seca mancha roja pegada como maquillaje en su lado izquierdo de la cara. Tengo miedo de que sea martes de nuevo.
Al día siguiente el otoño se entregó a la tentación del temprano invierno. Vuelvo de otro viaje, esta vez intentando conseguir publicar mis cuentos de terror en un editorial. No fue más que un viaje frustrante, ya que nadie encontraba un sentido a mis historias y me dijeron que lo mejor era que intentará con otro género o volviera a lo mío. ¡No puedo seguir escribiendo poesías toda mi maldita vida estúpidos! Me siento tan esclavo de los versos que ya carecen de sentimientos.
Me senté al fondo esperando no pensar en el asunto, y recibo un mensaje repentino de mi novia en el celular diciendo: "¡el frio es la maldad en persona!, me hace extrañar mucho tus abrazos. 
Una sonrisa y una risa es lo que me hacia falta ese día y ella había dado en el clavo. Mientras le contestaba, sentí a mi lado su perfume dulce al instante. Tal vez estaba equivocado, hasta que escuché su voz:
-Hola.
Sin apartar la vista del celular, ni de la respuesta que estaba redactando contesté:
-¿Qué haces acá? 
Y ella respondió con culpa:
-Vengo de otro lado, no esperaba encontrarte acá. Perdón por haberte molestado con todo lo que pasó.
Las hojas caen rápidamente ante mis ojos... la temperatura están haciendo doler mis costillas. ¡Basta!. 
Le contestó mirando al frente, pero con una vista panorámica de ella.
-No importa. Yo no quería herirte, pero quiero que te quede claro que no quiero más esto. Prefiero perder otras cosas en mi vida.
Ella se acomodó el pelo hacia atrás y bajando la cabeza me contestó débilmente:
- Lo entiendo. Prometo no molestarte más...
En ese momento no pude escuchar más de lo que ella me hablaba, porque Burton había subido al colectivo con su misma mochila y vestimenta. ¡Pero si es miércoles! , un sudor frío se apoderó de mí. Verlo subir y sentarse a mitad del colectivo, encorvando su espalda hasta ver sus vertebras en su asiento como una cucaracha bípeda me hizo sentir un principio de miedo en mí.
Pudo no haber notado mi presencia ya que había más gente esta noche. ¿Pero que podía hacer si me veía?, no podía bajarme antes en mitad de la noche y en pleno invierno. No tengo que dejar que la imaginación me dominé, es solo producto de todo lo que intenté escribir sobre terror. 
Noté que ella seguía hablándome y yo escuchaba como si estuviera en una burbuja, hasta que en un momento se quedó callada y no sabía porque. Entonces le dije:
-Estoy muy cansado hoy perdóname. Que quede todo bien, ¿si?
Miré por primera vez hacia ella, y noté que su mirada estaba clavada en el pasillo del colectivo. Tenía una expresión vacía, como aquel que se queda pensativo y se desconecta de la realidad. Pero ella no estaba pensando, parecía catatónica.
De repente, Burton se levantó de su asiento. Y encorvado dando pasos lentos hacia nosotros, se empezó a dirigir a la salida. El miedo terminó de apoderarse de mí cuando vi su expresión de un lobo en un estado de ataque. Tal vez no estaba dirigida a mí, sino que tuvo un mal día. No dejes que la imaginación te gané. 
Solo atiné a bajar la mirada temblando como una hoja de papel agitada con furia por una mano. Ella entonces con una voz sin emoción alguna, como si alguien estuviera hablando por ella dijo:
-Tengo que irme, nos vemos.
Me sorprendí que se bajara antes. Normalmente baja unas paradas después. Entonces le dije mirándola:
-¿Estas bien?
Ella limitó a contestarme con la misma voz y su expresión vacía:
-Si, nos vemos
Entonces la vi levantarse y como estábamos al fondo sentados, bajó al instante seguido de Burton, que no se si me miró, porque solo estaba mirándola a ella. Ambos bajaron y cuando la puerta se cerró, observé unos segundos a Burton con una mano sobre el hombro de ella y que me dirigió una sonrisa que no generó nada de una sonrisa amigable. Fue una sonrisa no muy común de ver, una sonrisa de oreja de a oreja que muchos consideran… una sonrisa macabra.
Mi imaginación esta apoderándose de mi cabeza como los gusanos a una manzana. Generando huecos donde no se si lo que veo es real. Le mandé un mensaje a ella ni bien llegué a mi casa, para saber si estaba bien (evitando contar que imaginé a Burton tocando su hombro). Solo me contestó:
-Estoy bien. Nos vemos.
¿Me contentó eso? Un poco, aunque me quedaban dudas pero entendía su enojo. Aunque ya sentía que me volvía loco este asunto. ¿Que iba a pasar el siguiente martes? , tenía ya mucho miedo. ¿Y de que me servía decirle a la policía que sospechaba de la actitud de Burton sin tener pruebas? , tal vez de verdad es solo mi imaginación. Tengo que enfrentarlo, seguirlo hasta su casa y saber la verdad. No puedo quedar con dudas. Tengo que saber, y no debo tener miedo. Es solo mi imaginación.
El martes se me hizo eterno, en la dulce espera planifiqué cada detalle. Me bajaría una parada antes, era solo una cuadra de distancia. Llegaría corriendo escondido entre la oscuridad a que Burton bajará en su parada y de ahí seguirlo. ¿Y como terminaría eso? No se, pero quería hacerlo. Es un deseo, pero más que un deseo, una obsesión. Debo saber la realidad de esta cuestión que me carcome la cabeza.
El martes pronto llegó, me senté al fondo del colectivo olvidando lo que pasó en el día y esperé. 22.10 como todos los martes por la noche subió Burton. Con la misma mochila y vestimenta, se sentó en la mitad del colectivo. Estaba listo para la verdad, pero lo pensé mejor. 
Una parte de mí no respondía a mis pensamientos. Yo quería bajarme, ¿pero porque no quise? Empiezo a temblar mi cuerpo, pero no por el frío. Me siento raro, mi corazón palpita como un ratón. Burton se levantó, y yo me levanto también. Tengo miedo, pero otra parte de mi acepta la invitación que tanto esperaba. 
Se escucha la puerta de salida abriéndose, tiemblo y quiero llorar. Bajó los 3 escalones y piso el suelo. Hace frió y esta muy oscuro. Veo mi último aliento en el aire frío como una pequeña nube, y de allí veo bajar a Burton con una nueva mancha roja en su comisura izquierda y esa sonrisa macabra que hizo que empezará a llorar.
Se cierra la puerta de salida del colectivo y comienza a arrancar. Yo estoy llorando, y siento en mi hombro una sensación más fría que el invierno. No quiero mirar a Burton. Solo me limito a cerrar los ojos y siento la oscuridad, Burton conoce de mis deseos. Yo entonces acepto la invitación a terminar con esta obsesión.
Quién tiene una obsesión, solo lo va a llevar a la oscuridad...

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